COMPARTIR LA ENSEÑANZA... ¿MEJORA?
VENTAJAS DE LA DOCENCIA
COMPARTIDA
Mejora la propuesta de enseñanza
Cuando un equipo de docentes
comparte el aula, complementa sus fortalezas personales y compensa sus
debilidades. Cuando los docentes trabajan juntos, cada uno aporta su propio
estilo, sus ideas y destrezas, su propio bagaje cultural y personal, y esto sin
duda mejora las propuestas de enseñanza-aprendizaje que se ofrecen en el aula.
Un maestro complementa al otro, apoya al otro, en aquello en que es más
competente, e incluso ocupa el espacio del otro cuando este lo necesita.
Reparte responsabilidades Trabajar en equipos docentes reparte la
responsabilidad, incentiva la creatividad y construye comunidades. Las decisiones
ya no se toman en solitario, sino que se debaten y se acuerdan de forma
colegiada. Este cambio de rol minimiza la presión del docente, que antes
decidía en solitario. Juntos, contrastan puntos de vista diferentes, toman
decisiones y se apoyan, y asumen conjuntamente las consecuencias.
Aporta una mejora profesional
Un educador puede trabajar con
los mismos tics en su práctica docente durante toda su vida activa. Hay
maestros que se han pasado cuarenta años gritando a su alumnado o trabajando
las mismas fichas sin que nunca hayan podido contrastar su práctica con la de
sus propios compañeros de centro o incluso del mismo curso. Con una mínima
buena disposición, el simple hecho de trabajar junto a otros educadores en el
aula permite observar nuevos estilos, cuyas bondades, con voluntad permeable,
pueden incorporarse a la propia docencia. Reconocer las competencias de los
demás supone asimismo un ejercicio de empatía muy pertinente en la mejora
docente. En estadios de madurez de los distintos equipos trabajando con
prácticas de docencia compartida, resulta extremadamente interesante incorporar
actividades de observación reflexiva. Es decir, prácticas activas de
observación entre iguales del trabajo educador. Un escenario excelente de
mejora profesional, complicidad y sinceridad altamente recomendable.
Mejora la personalización del
aprendizaje
Con el inicio de curso comienza
para muchas familias una especie de lotería donde se asigna un maestro o tutor
a cada alumno. Aun aceptando el supuesto de que todos los educadores estemos
plenamente capacitados para gestionar la diversidad del alumnado, está claro
que no tenemos el mismo entendimiento ni complicidad con el conjunto de los
alumnos. Este azar en la asignación de tutores y maestros a cada curso se
minimiza cuando quien atiende a los estudiantes son equipos multidocentes que
multiplican estilos y, por consiguiente, aumentan las posibles interacciones
positivas de los niños con alguno de los maestros del aula. Este hecho no es
menor, pues tiene un peso específico muy relevante en el bienestar y la
autoestima del alumnado, elementos clave para el aprendizaje.
Mejora la inclusión y la atención
individual
Cuando un maestro educa en
solitario, a menudo no dispone ni del espacio ni del tiempo suficiente para dar
respaldo a los problemas de los alumnos. Esta situación, lógicamente, se agrava
si se practica una educación desde el paradigma tradicional de enseñanza
transmisora, donde se disminuye la autonomía del estudiante y se depende de
forma mayoritaria de un docente ocupado en impartir su clase magistral o en el
apoyo directo a cada uno de sus alumnos. En cualquier caso, compartir la
docencia facilita duplicar los roles dentro del aula y permite que mientras uno
de los docentes da pautas o instrucciones al alumnado, otros pueden acompañar a
alumnos concretos que requieran atención en ese momento, o simplemente puedan
observar, evaluar o reconducir las situaciones inadecuadas que se produzcan.
Esta alternancia de roles reduce notablemente el impacto que puedan tener los
alumnos más disruptivos en la dinámica de un grupo-clase gestionado por un solo
docente. Supone una palanca de innovación En un centro donde cada maestro
trabaje de forma aislada, la incorporación de cualquier proceso de cambio
dependerá de las destrezas de todos y cada uno de los docentes del organismo.
Esto dificulta, y mucho, la implantación sistémica de cualquier novedad
educativa, incluso consensuada por el equipo. Por el contrario, en los equipos
multidocentes basta la capacitación de uno de ellos para que el resto pueda
adquirir, por simple permeabilidad, los conocimientos indispensables en este
cambio metodológico o didáctico.
Facilita el aprendizaje de los noveles
Cuando un maestro recién salido
de la facultad se incorpora por primera vez a la enseñanza en un equipo
multidocente, dispone de un magnífico escenario de formación, donde compartirá
y ampliará sus conocimientos previos bajo la tutela de alguien con mayor
experiencia, ducho en el estilo educativo del centro. Lógicamente, disponer de
equipos multidocentes heterogéneos, tanto de edades diversas como de
perspectivas culturales o de conocimientos distintos, enriquecerá el debate y
la creación pedagógica que vaya a compartir el equipo con el conjunto de
estudiantes. En los centros públicos que sufren una itinerancia muy elevada del
profesorado, se convierte en una metodología muy exitosa para dar continuidad
al estilo y al proyecto del centro.
Promueve el aprendizaje
cooperativo
Por supuesto, aprender en un aula
donde los docentes cooperan, discuten, contraponen ideas y toman decisiones de
forma colegiada supone un modelado extraordinario para el estudiante, que
aprende a cooperar inmerso de lleno en una cultura cooperativa. La empatía y el
modelado docente son uno de los instrumentos más eficientes de formación del
alumnado. De un aula donde se comparte la docencia, se desprende un entorno de
cooperación que, con toda seguridad, aporta al alumnado un modelo educativo que
de alguna forma será capaz de traducir a su aprendizaje y, probablemente, a su
manera de vivir en sociedad, llegando a cuestionar y a comprender mejor la
pluralidad de opiniones o de estilos.
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