LOS PMI CONO NECESIDAD...
“El enfoque de planeamiento estratégico-situacional
representa una ruptura con la lógica de la planificación normativa regida por
una racionalidad técnica y que muchas veces confunde planificación con diseño o
plan-documento. Para Matus, en cambio, el planeamiento no se limita al diseño,
sino que es entendido como un proceso continuo y encadenado que relaciona el
presente con el futuro, el conocimiento con la acción; como un “proceso
sistemático que realiza un actor para tomar decisiones que preceden y presiden
su acción” (Matus, 1987:173), conformando redes y trayectorias con cursos
variantes, donde se articulan los diferentes momentos: explicativo, normativo,
estratégico y táctico-operacional. De este modo, incluye el conocimiento de la situación
inicial, el diseño de la acción, la construcción de lo posible y la puesta en
acción articulada con la evaluación. De manera similar, asistimos a una
ampliación del concepto de gestión que ya no se limita a un evento o acción de
tipo gerencial, sino que se lo concibe como un proceso que incluye múltiples y
complejas variables atravesadas por el tiempo. En esta línea, recuperamos la
conceptualización que hacen Cantero y Celman acerca de la gestión escolar como:
“proceso de tipo interactivo e intersubjetivo, ubicado en el ámbito
organizacional y orientado al gobierno de las instituciones, que incluye
dinámicas interpersonales, grupales y organizacionales, de carácter reflexivo e
intencional que, en cada caso concreto, combinan y acentúan distintas
estrategias, mediante el recurso de la autoridad e influencia, para la
satisfacción de determinados intereses y el logro de un conjunto de objetivos”
(2001:110) Además, refiriendo a los momentos de la gestión, expresan:
“…sugieren como un foco privilegiado de análisis las situaciones de toma de
decisiones, pero pueden implicar un conjunto mucho más amplio de momentos que
anteceden y suceden a las mismas, hilvanando un proceso, que incluye el
análisis de situaciones problemáticas, la elaboración de visiones propositivas
y normativas, la formulación y reformulación de proyectos y compromisos de
acción, la concepción de estrategias de construcción de viabilidad, acciones de
ejecución propiamente dichas y permanentes evaluaciones” (Cantero y Celman,
2001:114). Desde estas reconceptualizaciones, los procesos de planificación y
de gestión, de alguna manera, se solapan, confluyendo en el proceso de
transformar y gobernar las instituciones, donde el primero articula pasado,
presente y futuro mientras el segundo pone foco y actúa sobre el presente. En
el marco de estas conceptualizaciones, algunas dimensiones analíticas
emergentes de nuestra investigación y que caracterizan los procesos de gestión
de los PMI en las escuelas son: Los actores de la gestión. Los directivos
valoran la existencia de un equipo de trabajo, que incluye a docentes y administrativos,
con pertenencia y compromiso institucional como condición facilitadora y
estrategia para construir una mirada común entre los diferentes actores
sociales acerca de lo que se pretende alcanzar. En este sentido, el director de
la escuela 2, recupera aquello que considera una “fortaleza institucional” que
es “…contar con un excelente cuerpo docente y administrativo en donde
sobresalen su fuerte sentido de pertenencia y compromiso hacia la institución”
para superar una de las debilidades institucionales marcada por la
discontinuidad en los equipos de gestión. Por otro lado, en el estudio se
observó que, si bien son los directores quienes formalmente conducen los Planes
de Mejora asumiendo la responsabilidad principal en la toma de decisiones, en
las dos escuelas donde no existe la figura del vice-director, como en aquella
donde sí se cuenta con este cargo, se le otorga un lugar de primacía al
coordinador de curso con quien conforman un equipo en la gestión de estos
proyectos. Al respecto dice una directora: “estos procesos los hacemos la
coordinadora de curso y yo. Pero por supuesto que se recupera la opinión de
todos…”. Se advierte, entonces, que los datos construidos coinciden con lo
sostenido tanto por Cantero y Celman (2001) como Blejmar (2005), quienes
plantean que la gestión es protagonizada por los sujetos-actores de una
institución y no solo por el equipo directivo, lo cual involucra, en nuestro
caso, la participación de: docentes, coordinadoras, docentes con horas
institucionales, tutores, preceptores y administrativos. La perspectiva
organizacional. Los enunciados en la escritura del plan se manifiestan luego en
acciones entramadas en un proceso de conversaciones que es constante, por lo
que resulta común en las escuelas la generación de espacios de encuentro para
la organización y la delegación de tareas: “Cuando nosotros vemos la necesidad
y la oportunidad, la hacemos. De hecho, ya se han hecho reuniones conmigo
(directora) presente, de manera individual con la coordinadora, se han
distribuido tareas”. (E1: D: 1) En efecto, la gestión de los PMI en las
escuelas secundarias incluye tareas como organizar y coordinar el trabajo,
diseñar tiempos y espacios, conformar grupos, distribuir tareas, entre otras
acciones. La gestión de proyectos en las escuelas implica, por un lado,
direccionamiento, ya que establece la orientación o norte de las acciones
institucionales a partir de la formulación de objetivos compartidos (garantizar
la obligatoriedad de la escuela secundaria en términos de ingreso, permanencia
y egreso de los estudiantes) y, fundamentalmente, tomar las decisiones y
realizar las intervenciones necesarias para organizar y conducir el proceso de
cambio hacia tales orientaciones. La participación familiar. Los equipos de
gestión promueven interacciones que intentan ampliar la legitimidad de las
decisiones y la pertinencia de los proyectos al entorno. Aquí recobra sentido
el vínculo escuela-familia, donde la primera necesita de la adhesión y apoyo de
la segunda al proyecto que se desarrolla para lograr sostener las acciones de
acompañamiento a los estudiantes. En todos los casos, desde la dirección y
coordinación, se parte de trabajar con las familias la información acerca del
Plan, la comunicación constante y la firma de actas para sostener el compromiso
con las acciones planteadas, aunque, en varias oportunidades se menciona como
un obstáculo la participación de las familias en este sentido. De tal forma lo
expresa una de las tutoras de la escuela 1: “…yo convoqué a los papás, hicimos
actas acuerdo con ellos, o sea que comprometí a los papás antes que a los
chicos. Y vinieron, de 39 alumnos que tenía, vinieron 32. Algunos vinieron
después de la reunión a firmar. Pero hubo mucha convocatoria de los papás, lo
cual llamó la atención no solo mía, sino de los otros profes, al resto de mis
compañeros que me decían,
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