EVOLUCIÓN DEL MODELO DE AULAS HETEROGÉNEAS...
El trabajo con el enfoque de la
diversidad es un trabajo que en algunos lugares de la Argentina se está
desarrollando hace unos trece o quince años. Pero es un enfoque que tiene
muchos más años en Europa, muy fuertemente en España, en Estados Unidos, en
Canadá, Nueva Zelanda y en algunos países de Latinoamérica. Una aclaración
importante es que el enfoque de diversidad no tiene su centro en niños con dificultades
de aprendizajes o con necesidades educativas especiales. El concepto de
diversidad tomado aquí es un concepto más amplio, en el sentido de que todos
nosotros somos diversos en nuestras experiencias, culturas, estilos de
aprendizajes, intereses, experiencias exitosas o no exitosas de aprendizajes
anteriores, tipos de inteligencia. Aclaro esto porque es una confusión
interesante en la bibliografía. Uno abre la tapa de un libro que dice
diversidad y es niños con necesidades educativas especiales, y no es esto a lo
que nos estamos refiriendo. Otra cuestión es que, este enfoque tiene su
desarrollo desde el campo de la didáctica, pensando en cómo los docentes planifican,
enseñan y evalúan en el aula. Existen otros desarrollos teóricos que abordan el
tema de la diversidad, desigualdad, desde el análisis socio-económico. Está
claro para nosotros que la didáctica no es un campo aislado del contexto, pero
el enfoque aborda las cuestiones del docente trabajando en un aula con
múltiples heterogeneidades. ¿Y qué ocurre con el campo de la evaluación?
Obviamente que un segundo problema complejo del enfoque -porque el primero es
enseñar considerando la diversidad que no es menor- por supuesto aparece con el
tema de la evaluación. Cuando los docentes comienzan a trabajar con el enfoque,
la fantasía es que tienen que hacer una evaluación para cada alumno y, por
supuesto, nadie puede hacer una evaluación para cada alumno. También aparece la
preocupación por el concepto de justicia y entonces dicen: “Si yo evalúo de
manera diferente, los alumnos nos cuestionan, por ejemplo, por qué a Juan le
diste una prueba más fácil y a mí una más difícil”. Y entonces, mientras
pensamos cómo, seguimos haciendo una evaluación igual para todos los alumnos,
nos preguntamos ¿qué ocurre cuando se utiliza la misma evaluación para todos
los alumnos? Los docentes responden que a los buenos alumnos les va bien y a
los malos alumnos les va mal, dicen que se repiten los problemas que encuentran
con la evaluación tradicional. Entonces empezamos a hacer pequeñas modificaciones
en el campo de la evaluación, que no son tan pequeñas. Por ejemplo, una idea
central en este enfoque educativo es enseñarle y darle la oportunidad al alumno
para elegir y después que el alumno elige, ayudarlo a pensar por qué eligió,
cómo hizo su proceso de toma de decisiones para elegir, qué le resultó difícil,
en qué necesita ayuda. Porque una meta central del enfoque es el desarrollo de
la autonomía en los estudiantes, pero no solo declararla sino proponerse
instancias diferentes para que los alumnos aprendan a ser estudiantes
autónomos. Entonces, la capacidad de elegir está absolutamente ligada a la
autonomía, aunque no es el único camino. Es posible empezar con algo sencillo como,
por ejemplo, si una prueba tiene cinco preguntas, proponerles a los alumnos que
todos respondan a la uno y la dos cuyas respuestas darían cuenta de los contenidos
básicos comunes y, que elijan una más para responder entre las opciones tres,
cuatro y cinco. Entonces, empieza un ¡proceso de elección! Cuando yo ofrezco
elecciones estoy, en principio, contemplando algunas diversidades, que puede
ser la de intereses, que puede ser el tipo de producción, que puede referirse a
diferentes áreas disciplinares, es decir, hay muchos criterios que se ponen en
juego. Pero el alumno elige y cuando elige nosotros pensamos, y existe mucha
investigación al respecto, que tenemos más posibilidad que su aprendizaje sea más
duradero, que le encuentre sentido a lo que aprende. Entonces, empezamos con
prácticas sencillas como éstas: ofrecerles para elegir. Otro ejemplo es la
utilización de proyectos. La segunda práctica que hemos introducido, es
utilizar los proyectos de trabajo como evaluación considerando que permiten
obtener productos diferenciados ya que no habrá dos proyectos iguales. El modo
en que van a demostrar lo que aprendieron admite formatos diferentes, y permite
que los alumnos elijan con qué formato sienten que pueden dar cuenta mejor de
lo que han aprendido. Cambiar el enfoque de evaluación no es sencillo, se
necesita tiempo para dar cuenta de los procesos, para comprender qué y cómo
cambiar, entre otros factores.
¿Qué lugar ocupan en este proceso
los criterios de evaluación y la retroalimentación? R: Por supuesto que todo
esto siempre vino acompañado de definir los criterios, hacerlos transparentes,
hacerlos públicos; ya sean construidos con los alumnos o presentados a los
alumnos con anterioridad. En realidad, nosotros tratamos que los docentes
presenten los criterios de evaluación cuando presentan la planificación de la
unidad que van a enseñar. Estos criterios irán acompañando todo el proceso de
aprendizaje de los alumnos, no solamente en el momento de la evaluación, ya sea
la final o de proceso. Entonces presentarle a los alumnos el sentido de la
unidad: para qué vamos a aprender esto, por qué vamos a aprender esto y
compartir con ellos las expectativas de logro, presentar los criterios de
evaluación o construirlos con ellos, dependiendo del enfoque de trabajo de los
docentes y de la institución. Por ejemplo, si usan una rúbrica del proceso de
escritura, la rúbrica tiene que estar siempre a la vista, abierta o colgada en
el pizarrón o cada alumno en su carpeta. Y todo el tiempo que van trabajando
con producciones escritas van mirando los criterios que les ayudan a pensar si
lo que están haciendo está bien, qué tendrían que mejorar, cómo lograrlo.
Bueno, justamente desde el enfoque de la diversidad, que trabaja con diferentes
criterios de agrupamiento, es posible que mientras los alumnos trabajan en pequeños
grupos, con tareas que están bien estructuradas, claras, van aprendiendo
hábitos de estudio y esto le permite al docente, por ejemplo, estar sentada
cinco minutos de reloj - ¡que es muchísimo tiempo!- con un alumno o con un
grupo, e identificar con mucha precisión sobre qué hay que darle
retroalimentación, dónde tiene la dificultad. Y son hábitos de estudio
estupendos que generan autonomía o que estimulan el desarrollo de la autonomía.
Entonces los docentes tienen más elementos para evaluar a sus estudiantes.
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