Aprendiendo del modelo de alternancia...

 

Como señala Daniel Cassany en una entrevista de Educ.ar “Las formas de leer y escribir han cambiado de una manera radical, aunque nosotros utilicemos las mismas palabras para denominarlas y aunque aparentemente sean iguales (...) muchas de las cosas que antes hacíamos hablando hoy lo haces con una máquina. Y con una máquina lees y escribes: lees en un visor y escribes apretando un botón”. Lo mismo podemos afirmar de elementos del universo educativo: “aula”, “enseñar”, “clase”, “tarea”. Podemos pensar, por ejemplo, que el concepto de “aula” no se refiere ya específica ni exclusivamente a un espacio material que se comparte durante un tiempo sino a cualquier medio en el cual docentes y estudiantes realicen una práctica pedagógica; o también que “enseñar” no es solamente pararse frente a un curso sino una actividad que puede realizarse en un tiempo y espacio diferente al de los y las estudiantes.  Aceptar que las palabras modifican su significación (como vimos, la relación del significante con su significado) es el primer paso para transitar el cambio, con capacidades para adaptarse a nuevas situaciones, para revisarlas críticamente, y con posibilidades de encontrar trayectos inteligentes y creativos a los problemas.

Es la base de un camino de innovación significativa dado que nos permite repensar las prácticas -que adoptamos por opción o por obligación- y transformarlas de manera superadora. Después de un año “y pico” escolar construido prácticamente en entornos virtuales, nos encontramos con un escenario nuevo pero casi conocido, indefinido y más complejo, sin historia y poca experiencia previa: un esquema que combina -de múltiples formas según el lugar y el momento- enseñanza virtual y presencial. Y uno de los primeros pasos que podemos dar para comprender y dominar esta situación es justamente buscarle una palabra, un nombre que lo defina. La resolución 366/20 del Consejo Federal del Ministerio de Educación de Argentina, entre otros documentos sancionados para la emergencia, utiliza el concepto de “alternancia” como una dinámica de trabajo en diferentes ámbitos pero que se integra en un mismo proceso de aprendizaje. Señala, además, que se pueden construir muy diversos procesos de esta alternancia: “La alternancia es una dinámica pedagógica que contiene períodos de trabajo de la/os alumna/os con asistencia a la escuela en clases presenciales y actividades de aprendizaje en situaciones de no presencialidad mediados por diferentes instrumentos y soportes. Esta organización implica procesos de enseñanza en diferentes espacios y tiempos que se integran en un mismo proceso de aprendizaje. A partir de la combinación de estos aspectos se pueden construir diversos sistemas de alternancia que articulen el trabajo presencial en las instituciones con espacios de enseñanza y aprendizaje no presenciales y que den lugar a la construcción de otros modelos organizacionales y pedagógicos en el sistema educativo”

¿Cómo volver a mirar las TIC para armar nuevas tramas pedagógicas -desde la introducción de un tema hasta la retroalimentación (desde el inicio al cierre de la secuencia didáctica), en este escenario dual pero no permanente, que combine tiempos y espacios?  ¿Cómo resignificar o poner en juego la experiencia 2020 para enseñar en este escenario? Aprendimos… ¿Qué prácticas exigen sí o sí la presencialidad y qué actividades se pueden hacer de manera autónoma? ¿Qué nuevos roles surgen de este nuevo sistema de intercambio? ¿Qué estrategia virtual está al servicio del equipo directivo para coordinar la logística, la comunicación y el sentido de comunidad? Aprendimos que…

·         “aprendizaje híbrido”, definido como un enfoque que alterna educación presencial con educación a distancia mediada por tecnología. La educación híbrida “requiere tanto distribuir los contenidos entre plataformas y clases presenciales, como desarrollar modelos de enseñanza y aprendizaje que permitan capturar la atención y el interés de los estudiantes por aprender y asegurar interacciones significativas e integradas del estudiante con el contenido, con sus compañeros y con los docentes.”

·         “educación combinada”. No es fortuito este nombre asignado porque se hace hincapié en la importancia de la coordinación. La combinación es una tarea a realizar por el docente, la escuela o el estado. En algunos casos, en los documentos del Plan Ceibal (en Uruguay), se habla incluso de transición combinada, lo cual nos remite a la transitoriedad del modelo. La idea de transición nos remite a un escenario temporario. No es un modelo por opción o que llegó para quedarse, sino que solo existe en vistas de alcanzar la presencialidad total. Entre los abordajes que piensan el tema en una línea de tiempo encontramos el trabajo de García Aretio que delimita tres momentos: pre confinamiento (la educación antes del aislamiento), confinamiento y la situación que nos ocupa, a la que llaman post confinamiento. El post confinamiento se define como un tiempo en el que “no se prevé que en los centros presenciales todos los estudiantes puedan acudir a las aulas físicas en el mismo espacio y tiempo”.

·          “escenario combinado”, que aparece en los documentos del CF del Ministerio de Educación, mixto, complejo, semipresencial o híbrido en alguna medida como sinónimos.

 ¿Cómo atender simultáneamente a estudiantes presenciales y virtuales, que además pueden cambiar su estado en cualquier momento?; ¿cómo estar preparados para volver a lo virtual en forma permanente o temporaria?; ¿qué actividades convienen hacerse en presencial y cuáles en virtual? En síntesis, ¿en qué medida deben/pueden las nuevas tecnologías ayudar para organizar esta situación mixta?, ¿cómo pueden ayudar las TIC para el aprendizaje basado en proyectos, trabajos colaborativos?, ¿qué retomar de la experiencia de la educación remota de emergencia?

·         “tramas didácticas”,  pensando la planificación docente como un entramado de diferentes escenarios, estrategias, dinámicas y recursos, que cada docente irá hilando según las necesidades de cada momento y que en ese cruce se enlacen de manera tal que le den forma a una propuesta educativa integral. Ninguna trama será igual a otra: dependerá del camino que elija trazar el/la tejedor/a, el tipo de telar y la cantidad de hilos con los que cuente. Lo importante será construir una trama de sentido compleja, heterogénea, que entrecruce estrategias didácticas variadas que incluyan a todos/as los/as estudiantes, que permita un tránsito fluido de la presencialidad a la virtualidad, con contenidos presenciales y virtuales, pero, sobre todo, que responda a los objetivos pedagógicos.

Si bien existen diversas posibilidades, tres ejemplos de tramas didácticas, son los más significativos:

 1. el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP);

2. los trabajos colaborativos y

3. la educación personalizada. Esta selección se debe principalmente a dos motivos. En primer lugar, porque habilitan un uso más flexible de los tiempos y los espacios, combinando encuentros presenciales y virtuales, sincrónicos y asincrónicos, así como diferentes dinámicas de trabajo y momentos de aprendizaje individual o en grupo. En segundo lugar, porque propician una “inclusión genuina” de las TIC en tanto la propuesta de enseñanza se ve potenciada al incluir las tecnologías digitales.

¿Seguimos pensando?

 

 


 




 

 

 

 

 

 

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